“No sé de tecnología” o “Me cuesta aprender las nuevas herramientas”,
“Ya no estoy para aprender eso”, seguro son frases que hemos escuchado a
colegas decir o a veces las decimos o pensamos nosotros.
Lo cierto es que de muchas maneras las tecnologías de la información
ya forman parte de nuestra vida y de la práctica docente.
El proyector, el televisor, la computadora son elementos que desde
hace mucho tiempo se emplean en las aulas. La radio también ha sido utilizada
para alfabetizar, cómo es el caso del proyecto Maestro en Casa que se realiza
en Panamá y que ha ayudado a muchas personas en áreas rurales.
En la última década se han sumado nuevas facilidades de software y
automatización que se desarrollan más rápido que nunca.
La pandemia por Covid-19 aceleró la irrupción de estas herramientas
en el ámbito educativo. En mayor o menor medida casi toda la comunidad
educativa tuvo que aprender y desenvolverse en ambienten virtuales.
Hoy contamos con lenguajes de programación para niños, ambientes
virtuales de aprendizaje y pizarras digitales, y cada día se suman otras. En
2023 nos estamos enfrentando a la generación de texto a través del Chat GPT. Su
uso, no adecuado, está siendo un reto para los educadores, pero podría ser una
oportunidad.
Y aunque podemos nombrar muchas novedades más lo cierto es que no es
necesario -cuando no imposible- conocerlas todas. Lo que hay que saber es que
todas son un fin y no un medio.
Un fin para facilitar procesos, para propiciar interacción o para
generar una nueva experiencia.
Así es como los docentes podemos entender las nuevas tecnologías: mirarlas con la curiosidad de un alumno que
está listo para aprender y recordar lo que ya sabemos: que nadie nace sabiendo y aprender requiere
tiempo y esfuerzo.
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